domingo, 23 de marzo de 2014

HERMANDADES, ROMANOS Y PRENDIMIENTO: ORIGEN E INFLUENCIAS

La escenificación pública del drama de la Pasión de Cristo hunde sus raíces en el siglo XV, del que se conservan varios Autos de la Pasión. Pero es en el Barroco –el Siglo de Oro de las letras hispánicas– cuando autores como Lope de Vega, Calderón de la Barca o Tirso de Molina triunfan escribiendo Autos Sacramentales, obras teatrales donde se representan alegóricamente temas bíblicos, llenos de contenido moralizador y teológico.

Como es sabido, en Andalucía la piedad popular se impregna del sentimiento y la estética barroca. Hasta entonces, los ejercicios penitenciales celebrados en las procesiones de Semana Santa son generalmente los Vía Crucis y los Sermones del Paso. A partir de la segunda mitad del siglo XVII las cofradías comienzan a estructurarse internamente en hermandades, grupos de devotos con un cometido específico (portar una imagen o su palio, formar un tramo de luz, custodiarla, u organizarle un acto determinado).

Con la creación de estas hermandades se evidencian y propagan nuevos usos y rituales públicos efectuados antes, durante y después de la procesión, ante la imagen que encarna el paso evangélico. Su finalidad encierra una clara misión pedagógica dirigida a cofrades y pueblo, en torno a los principales misterios de la pasión y muerte de Cristo.

Así, surgen las primeras hermandades (o corporaciones) de Apóstoles, Soldados Romanos o Sayones, convertidos durante la figuración en protagonistas dinámicos junto a la imagen titular que, con tal pretexto, en esa época se le incorporan elementos y símbolos que la humanizan, además de articular su anatomía para conseguir cierta movilidad, logrando mayor verosimilitud y dramatismo, que lograra la atención de los congregados.

Aparecen entonces las representaciones de los pasos de la Pasión, tales como el Lavatorio, el Prendimiento, la Sentencia, el Encuentro de Jesús Nazareno con las Santas Mujeres, la Bendición, o el Descendimiento de la Cruz, entre otras, cuyo transcurso es acompañado de algún sermón exhortativo.

A lo largo del siglo XVIII estas representaciones fueron calando en la sociedad hasta convertirse en auténticos eventos de asistencia masiva. Con la llegada del pensamiento ilustrado y afrancesado a las élites eclesiásticas este tipo de escenificaciones fueron abolidas oficialmente, con desigual acatamiento en cada población. En Montilla, sólo ha perdurado el acto de la Bendición de Jesús Nazareno, sin embargo en otras poblaciones de la provincia –como es el caso de Puente Genil– hubo hermandades que mantuvieron sus vínculos devocionales fuera del seno de la Iglesia, y pasaron a denominarse Corporaciones Bíblicas, conservando así sus costumbres y parafernalia barroca.

Con la llegada de la Restauración borbónica de Alfonso XII el agitado siglo XIX parece estabilizarse. A partir de 1875 algunas de las cofradías montillanas –ya desposeídas de sus bienes y rentas– retoman sus fines devocionales volviendo a organizar las procesiones públicas en Semana Santa, ahora sin la carga escénica de los siglos anteriores. No obstante, otras poblaciones cercanas mantuvieron algunas de sus viejas tradiciones que agregaron y adaptaron a la nueva etapa decimonónica. En este período la mayor innovación estética incorporada a las procesiones es la participación del estamento castrense y, en consecuencia, de las bandas de música militar, cuyo estilo musical será adaptado, originándose así la marcha procesional.

Es el momento en que las antiguas formaciones de Soldados Romanos –que sólo contaban con un cuerpo o escuadra de lanceros– introducen grupos de tambores y trompetas, creándose las bandas o imperios romanos, cuyo precedente lo encontramos en Puente Genil a partir de 1866.

Estandarte del Cuerpo de Romanos, diseñado por Manuel Garnelo Alda
Estas vetustas corporaciones romanas enriquecen su participación en los actos de Cuaresma y Semana Santa gracias a la música marcial, cuya fusión tiene gran acogida entre la población, como ha confirmado el paso del tiempo. El nuevo formato de bandas o imperios romanos proliferan desde los primeros años del siglo XX, donde la prensa se hace eco de su participación en la Semana Santa de localidades como Aguilar de la Frontera, Moriles, Estepa, Badolatosa, Pedro Abad, Montoro, Bujalance, Baena, Castro del Río o Pozoblanco, entre otras, donde protagonizan actos como la Diana, la Guardia, la Escolta, o la Sentencia y Muerte de Cristo, siendo el Prendimiento el más generalizado y aplaudido.

Como hemos dicho anteriormente, el mundo cofrade montillano despierta de su letargo a finales del siglo XIX, aunque hasta principios de la centuria siguiente no se consolida. Pasada ya la Semana Santa de 1912 se reúne un grupo de montillanos, a iniciativa de Rafael Márquez Molina y Alberto Merino Belmonte, para crear una Corporación de Soldados Romanos similar al imperio pontanense. En 1913 desfilan por vez primera en la Semana Santa, donde despiertan la admiración del pueblo.

Entretanto, en los albores de 1914, otro grupo de parroquianos funda la cofradía de Jesús de las Prisiones y Ntra. Sra. de los Dolores, en cuya primera salida procesional se efectuaba el primer Prendimiento, como describe la revista Eco Parroquial, órgano de expresión de las parroquias montillanas:

“Hace algunos meses que varios jóvenes de esta ciudad se reunieron para acordar la constitución de una cofradía que tuviera como fin el fomentar el culto de la venerada imagen de Nuestro Salvador que con el título de Señor de las Prisiones se venera en la parroquia de Santiago y determinaron sacarla en procesión por nuestras calles la tarde del Jueves Santo acompañado de la hermosa [imagen] de Nuestra Señora de los Dolores que se honra en la iglesia de S. Francisco de Asís. […] Como esta imagen representa a Nuestro Redentor en el momento en que fue preso en el Huerto de las Olivas y en aquellas tristísimas horas de la noche en que fue llevado maniatado de tribunal en tribunal por las calles de Jerusalén rodeado de la soldadesca del imperio y del populacho impío e ingrato que pedía a gritos su muerte; los Soldados Romanos que ya el pasado año con el aplauso de todos lucieron en nuestras cofradías, representarán el acto del prendimiento y después acompañarán a Nuestro Señor”.

Hace justo un siglo, en otro periódico local, El Porvenir Montillano, en febrero de 1914 aparece una  detallada crónica de los inicios de la novedosa corporación romana, que transcribimos literalmente dada su enjundia histórica, llena de nombres, noticias y pormenores dignos de recopilar:

“SOLDADOS ROMANOS - En el mes de Abril del año 1912, se reunieron varios jóvenes de esta localidad para tratar las bases y formar un reglamento al fin de organizar una corporación de Soldados Romanos para asistir y dar mayor solemnidad a las tradicionales procesiones de Semana Santa, en los años venideros.
La patriótica idea del artesano Rafael Márquez Molina fue bien acogida, siendo muchísimos los que se inscribieron en las listas formadas para tan simpático pensamiento, que tanto dice de la cultura de un pueblo.
El ingenioso artista don Manuel Garnelo Alda ofreció el dibujo y decorado de la bandera para la nueva corporación, así como alistarse de socio bienhechor; en igual forma pusieron también a disposición de la nueva sociedad sus servicios personales y de su profesión varios individuos y entidades, que sin tomar parte en ella, deseaban ayudarla para que tenga feliz éxito.
Desde citada fecha, no ha cesado en la realización de sus plausibles planes el activo organizador, teniendo necesidad de vencer innumerables obstáculos y orillar muchas dificultades, no escatimando sacrificios, aún con mengua de intereses.
Aprobado el reglamento que ha de servir de base para el orden y régimen de la Corporación, y que consta de ocho capítulos y treinta y un artículos, se procedió a la votación de los que han de formar el Consejo de Administración, o Junta Directiva, y verificado el escrutinio, dio el resultado siguiente: Presidente: don José Ortiz Sánchez; Secretario: don Rafael Pedraza Cobos; Tesorero: don Juan Bautista Pérez; Vocales: don Francisco Márquez Varo y don Juan M. Algaba y Cuesta.
Terminada la votación y elegida la Directiva, el Presidente declaró quedaba [sic]  constituida la Sociedad ofreciéndose a cuanto redunde en su beneficio y procurar [sic]  prospere tan entusiasta manifestación de la nobleza e hidalguía de sus paisanos y convecinos.
La nueva Corporación quedó constituida bajo la bandera del ilustre montillano, baluarte de las armas españolas, Gonzalo de Córdoba, gloria de nuestro pueblo.
Sus fines son procurar el orden en las procesiones de la Semana Santa dando mayor solemnidad a las mismas.
Los socios son de tres clases; numerarios o fundadores, bienhechores y de honor. En uno de los artículos del reglamento se habla de las cuotas que han de satisfacer los socios, mensualmente, para adquirir los equipos; como es pequeña y los trajes suponen mayores gastos que los ingresos, de aquí la necesidad de socios bienhechores que cooperen a que resulte con lucidez este pensamiento.
En el pasado años de 1.913 vimos, por vez primera, en nuestra ciudad, la nueva Corporación de soldados romanos, lamentando fuese de escaso número, debido a la escasez de recursos para satisfacer los equipos, cuya adquisición importó crecida suma que el digno Presidente don José Ortiz Sánchez tuvo que completar de sus intereses, cedidos gratuitamente a la Sociedad.
Verificando el escrutinio de la votación para elegir nueva junta directiva, conforme al reglamento, quedó constituida en la forma que sigue, Presidente: don José Ortiz Sánchez; Secretario: don Alberto Merino; Tesorero: don Enrique Cruz Méndez y Vocal don Rafael Márquez Molina, que cumplirán sus compromisos, pasadas las festividades de la Semana Santa del presente año, conforme a los Estatutos porque [sic] se rige la Sociedad.
Vean los montillanos, cuánto importa [sic] ayuden a esta nueva Corporación ya que en los pueblos vecinos, hace años, cuentan con este elemento que tanto les ennoblece; y, si bien es verdad, que no podrán presentarse como los de Puente-Genil en el presente año y, tal vez algunos más, es preciso no desmayemos, pues con paciencia y constancia en las arduas empresas se consigue lo que deseamos.
Los fondos que hoy tiene la Sociedad, ingreso de las cuotas y donativo de bienhechores, no son suficientes para la adquisición de los trajes que se proyecta comprar, esperando de nuestros convecinos beneficien a esta Corporación.
Cuantos deseen contribuir a esta obra pueden mandar sus donativos a casa del Presidente D. José Ortiz Sánchez, calle Ancha, o comercio de D. Enrique Cruz Méndez, Tesorero, calle Corredera.”

Los Romanos, con Judas a la cabeza, a su paso por la Corredera, abren el cortejo procesional
Con el paso de los años, El Prendimiento se ha convertido en uno de los actos de mayor singularidad y arraigo en nuestra Semana Mayor, gracias a las distintas bandas y centuria de romanos que han mantenido este insólito episodio cada Jueves Santo. Desde hace un siglo han recreado el pasaje evangélico protagonizado por la traición de Judas Iscariote a Jesús de Nazaret en la plaza de la Rosa, donde la muchedumbre, tras la Oración en el Huerto de los olivos, revive la entrega de Cristo al centurión de los Soldados Romanos, que lo escoltarán y conducirán hasta el Gólgota «para que se cumpla la escritura».