martes, 6 de noviembre de 2012

EL MAESTRO JUAN DE ÁVILA Y LAS PRIMERAS EDICIONES DE SUS OBRAS (II)

Fray Luis de Granada, el primer biógrafo.

Los escritos del predicador del Andaluzía eran sumamente conocidos y apreciados por toda la monarquía hispánica, su fama de santidad contrajo la necesidad de escribir una biografía para que sus devotos conocieran su intensa vida y sus grandes virtudes apostólicas.

Varios de los discípulos de Juan de Ávila contemplaron la posibilidad de escribir la vida de su preciado maestro. Entre ellos, los jesuitas Diego de Guzmán y Pedro de Rivadeneira, a los que se le suman sus compañeros Juan Díaz y Juan de Villarás, quienes asistieron al Maestro durante sus últimos años.
 
Impulsados por Ana Ponce de León, Condesa de Feria, en 1584 proponen a Fray Luis de Granada[1], uno de sus discípulos más sobresaliente en las letras de la época, escribir la vida de su amigo y maestro Juan de Ávila. El asceta dominico, que ya contaba entonces con ochenta años, había trasladado su residencia a Lisboa, lejos de los inquisidores españoles que lo acusaban de escribir textos con trasfondo erasmista y, pese a su avanzada edad y su debilitada salud, aceptó escribir la vida del Maestro Ávila.

Según aclara en el prólogo, dedicado al común amigo Juan de Ribera, arzobispo de Valencia, fue incentivado para recopilar la biografía por “la señora Condesa de Feria… la cual deseó mucho que yo tomasse a cargo esta historia, a cuya santidad y méritos, esto y mucho más se devía”[2].

El Licenciado Luis Muñoz, biógrafo de ambos predicadores, narra la llegada de la noticia al dominico granadino: “Y fue gran felicidad del Padre M. Frai Luis de Granada, y propia alabança suya, el aver tenido esta amistad, y gozado del trato y comunicación de varón tan santo. Y él se sintió tan obligado, y fue tan fino correspondiente y amigo, que luego que el Padre Maestro Ivan de Avila pasó al descanso eterno, se puso a escribir su vida, anciano ya y cargado de ocupaciones, que es la mayor demostración de una amistad finísima”[3].

A manos del autor llegaron gran cantidad de documentos y cartas del Maestro Ávila. Como explica en su apartado Al christiano lector  “Primeramente aprovecheme de los memoriales, que me dieron dos padres sacerdotes discípulos muy familiares suyos, que oy día son vivos, que fueron el padre Juan Díaz, y el padre Juan de Villarás”, aunque, de igual forma intervienen en la aportación de documentos los padres Diego de Guzmán y Pedro de Rivadeneira. Todo esto se suma a las vivencias que Fray Luis mantuvo con el Padre Ávila, como dejó reflejado: “Ayudarmehe también de lo que yo supiere por aver tratado muy familiarmente con este padre… y así pude mas de cerca notar sus virtudes, y el estilo, y manera de vida”[4].

Durante la redacción de la biografía, Fray Luis mantiene correspondencia con Diego de Guzmán y con Juan Díaz, siendo éstos los primeros en leer los pliegos manuscritos llegados de Lisboa en los inicios de 1587, y que llevan por título: Obras del Padre Maestro Ivan de Ávila, predicador en el Andaluzia. Aora de nuevo añadida la vida del Autor, y las partes que ha de tener un predicador del Evangelio, por el padre fray Luys de Granada, de la Orden de Santo Domingo, y unas reglas de bien bivir del Autor.

Este mismo año Juan Díaz solicita los pertinentes permisos para llevar a la imprenta la biografía que es adicionada junto a las obras avilistas. Los reparos de los inquisidores españoles no se hicieron esperar, pues tanto Juan de Ávila como Fray Luis de Granada habían estado procesados por el Santo Oficio y algunos de sus escritos formaban parte del Índice y Catálogo de Libros Prohibidos. La indignación del asceta dominico alcanzó tal grado, que su respuesta fue recopilada por su biógrafo, el Licenciado Muñoz, en los siguientes términos: “quando pidió licencia en el Consejo Real de Castilla para sacarle a luz, con otras obras del Padre M. Ávila, algunas personas de poco conocimiento de los méritos del Apostólico varón, le escrivieron, que no convenía a su autoridad ser Coronista de un hombre particular, y que devía desistir dello.” El padre Granada, contraviene a los prelados  –del llamado– santo tribunal y “respondioles, que si por autoridad lo llevaban, tenía él por medio no poco eficaz para aumentarla, escribir la vida del Padre Ávila, a quien avia bien conocido, y a cuyo conocimiento tenía en más que a la amistad y favor de los grandes del mundo, por su mucha virtud y letras, y púlpito, con que avia ganado muchas almas para Dios; y que quando en Castilla no se imprimiesse, él presentaría su obra al Sumo Pontífice, y le suplicaría la recibiesse debaxo de su amparo, y la favoreciesse”[5]. Finalmente, llegó la aprobación apostólica, rubricada por el 2 de diciembre de ese mismo año por Fray Bartolomé de Xea[6].

Los textos manuscritos del padre Granada, junto con las obras del venerable Ávila, son llevados a la imprenta que Pedro Madrigal regentaba en Madrid. El trabajo sale de las prensas el 5 de octubre de 1588 e incluye la vida del Apóstol de Andalucía en sus primeros 75 folios, unas Reglas muy provechosas para andar en el camino de nuestro Señor, publicadas por primera vez, que comprenden los 8 folios posteriores; un Epistolario general para todos los estados, prologado por Juan Díaz, dedicado al Cardenal Alberto, Archiduque de Austria, que ocupan los siguientes 187 folios; y concluye el compendio con el Libro Espiritual, sobre el verso Avdi, filia, et vide, &c. que se extiende a lo largo de los restantes 219 folios, dedicado a Don Alonso Fernández de Córdoba, Marqués de Priego.

Tan sólo estaba falto de la aprobación y tasación Real, que llegaba pocos días después, ya que en 1580 Felipe II concedió el privilegio para editar las Obras del Maestro Ávila al padre Juan Díaz “como cesionario que nos dezis ser de Juan de Villarás”. Ocho años después éste solicita una prórroga de la mencionada venia real para poder incluir así la biografía en las Obras, siendo autorizada con las siguientes palabras: “Y por la presente por vos hacer bien y merced, vos damos licencia y facultad, para que por tiempo de diez años primeros siguientes, que corren y se cuentan desde el día de la data en adelante, vos o la persona que vuestro poder huviere podays hazer imprimir y vender la dicha parte que se añadió a los dichos libros.”[7] La cédula está firmada en San Lorenzo de El Escorial, el 22 de octubre de 1588.

A partir de esta fecha, la biografía príncipe del Maestro Ávila ve la luz pública. Es, probablemente, una de las últimas obras del padre Granada, pues el anciano religioso encontraría la muerte el 31 de diciembre de 1588 en Lisboa, a sus ochenta y cuatro años, siendo Provincial de la Orden de Predicadores en el reino de Portugal.

Esta biografía será esencial para iniciar el proceso de beatificación de Juan de Ávila en 1623 y se convertirá en la base de todas las que se escribirán a la postre, siendo en la actualidad una obra de referencia para los historiadores especializados en el universo avilista.

NOTAS


[1] Fray Luis de Granada había sido confesor del Conde de Feria. Tras su muerte, mantiene una estrecha amistad con su viuda, Ana de la Cruz Ponce de León, a quien le dedica en 1574 su obra Adiciones al Memorial de la vida christiana, en las cuales se contienen dos Tratados: uno de la perfección del Amor de Dios; y otro de algunos principales Misterios de la Vida de nuestro Salvador.
[2] Obras del Padre Maestro Ivan de ÁvilaAl Serenísimo Príncipe, y Reverendissimo Cardenal Alberto, Archiduque de Austria (Prólogo). s/f.
[3] Muñoz, Luis: Vida y virtudes del Venerable varón el P. M. Fray Luis de Granada. De la Orden de Santo Domingo. Madrid, 1639. Lib. 1º. c. VII, f. 20 v.
[4] Obras... Al christiano lector. f. 1 – 3 v.
[5] Muñoz, L. Vida… Lib. 1º. c. VII, f. 21.
[6] Obras… Aprobaciones. s/f.
[7] Obras… El Rey. s/f.